Tuesday, November 13, 2007

UN HEROE EN EL GULAG DE CASTRO

(NOTE: This article was published in The Boston Globe on Sunday, November 4, 2007--the day before Dr. Oscar E. Biscet González was awarded the Presidential Medal of Freedom by President George Bush.)

por Jeff Jacoby

En una ceremonia en la Casa Blanca mañana, el Presidente Bush impondrá la Medalla Presidencial de la Libertad, la distinción civil más elevada de la nación, a ocho destacados hombres y mujeres. Entre los laureados estarán el veterano activista de los derechos civiles Benjamin Hooks; Harper Lee, autor de la tan apreciada novela “Matar a un ruiseñor”; Ellen Johnson Sirleaf de Liberia, la primera mujer elegida presidente de una nación africana; y el fundador y presidente de C-SPAN, Brian Lamb.

Uno de los homenajeados, sin embargo, no estará presente. En lugar de unirse al presidente en medio de la pompa y las galas de la Casa Blanca, el Dr. Óscar Elías Biscet [http://www.free-biscet.org/] pasará el día encerrado en una fétida celda de la cárcel de Combinado del Este, en La Habana, donde está cumpliendo una pena de 25 años de cárcel por pronunciarse contra la dictadura de Fidel Castro.

Peter Kirsanow, miembro de la Comisión de Derechos Civiles de los Estados Unidos, ha escrito que las condiciones del encarcelamiento de Biscet son como algo sacado de Víctor Hugo : "Sin ventanas y con temperatura sofocante, con condiciones sanitarias casi inexistentes. El hedor que se filtra del agujero en el suelo que sirve como retrete es intensificado estando comprimido en una celda sin ventilación del tamaño de un armario de limpieza... Biscet sufre osteoartritis según se informa, úlceras e hipertensión. Sus dientes, aquellos que no se han caído, están infectados y careados”.

Médico antiabortista cristiano, Biscet se desligó por primera vez del régimen de Castro en los años 90 cuando investigaba las técnicas cubanas de aborto-- Cuba tiene con diferencia las tasas de aborto más elevadas del hemisferio occidental -- y daba a conocer que numerosos niños habían sido asesinados tras ser paridos con vida. En 1997, inició de la Fundación Lawton para los Derechos Humanos , que pretende "establecer en Cuba un estado basado en el estado de derecho" y "apoyado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos". Entre junio de 1998 y noviembre de 1999 fue detenido en 26 ocasiones; en 1991 fue condenado a 3 años de prisión por "falta de respeto a los símbolos patrióticos". Con el fin de protestar por la represión del régimen, había colgado una bandera cubana del revés.

Durante décadas, diversos periodistas y celebridades norteamericanas han pregonado maravillas del presunto paraíso isleño de Castro, ignorando con resolución las montañas de pruebas de que en realidad es una mazmorra tropical. Decididos a ver a Castro como héroe revolucionario y a Cuba como Shangri-la, evitan voluntariamente poner sus ojos en los héroes genuinos de la isla -- los presos de conciencia como Biscet que pagan un precio terrorífico por su insistencia en contar la verdad.

El centro norteamericano de detención en la bahía de Guantánamo es en ocasiones mencionado como si fuera un campo de concentración caribeño, pero las únicas instalaciones que merecen tal etiqueta son los agujeros como Combinado del Este, en donde Biscet y tantos otros disidentes cubanos han sido brutalmente torturados -- o peor. A lo largo de los años, la vida en el gulag de Castro ha sido bien documentada. La narrativa clásica es Contra toda esperanza, de Armando Valladares, un recuerdo claro y acuciante, publicado por primera vez en 1985, de los 22 años del autor en las espantosas cárceles de Cuba.

El relato más novedoso de la vida como preso político cubano es Combatiendo a Castro: una historia de amor, la afectada e inspiradora saga del amor mutuo entre una pareja cubana y su patria, de Kay Abella, y las crueldades, grandes y pequeñas, infligidas a aquellos que desafían al régimen.

Para Lino Fernández, un joven médico que paga su resistencia democrática con 17 años entre rejas, esas crueldades son sádicas y con frecuencia sangrientas. Abella describe, por ejemplo, cómo fue experimentar una requisa -- un registro por parte de los carceleros -- en la famosa fortaleza redonda de Isla de Pinos:
“El rugido de la horda invasora... apaleando con virulencia a hombres desarmados y débiles a causa de la malnutrición y el confinamiento. Una masa berreante de soldados pululando alrededor del patio, apuñalando con bayonetas, rompiendo caderas con las culatas y cadenas envueltas en caucho. El pánico de no tener ningún sitio donde esconderte, sabiendo que serás golpeada más duro por intentar protegerte, pisoteada por agarrarte a un pilar o a una barandilla, tirada escaleras abajo por atreverte a dudar... La indignidad de hombres gimoteando, suplicando, lloriqueando antes de que un cráneo sea aplastado, un hombro extraído de su cuenca, unos genitales aplastados con la empuñadura de un arma”.

Para las familias de los presos políticos, las crueldades vienen en otras formas, como las humillantes exploraciones sin ropa en las infrecuentes ocasiones en las que se permite una visita a la cárcel, o la presión ejercida sobre los niños para que manifiesten lealtad al Partido Comunista que ha encarcelado a su padre. Y está la privación económica: la esposa de Óscar Biscet, Elsa Morejón, es enfermera acreditada, pero se le prohíbe ocupar un empleo profesional en Cuba desde 1998.

La conciencia y el valor de estos disidentes son como poco extraordinarios. "Durante estos años aquí en la cárcel" escribía Biscet a Elsa en una carta sacada de la cárcel de contrabando a comienzos de este año, "he visto cosas vergonzosas que soy incapaz de describirte con palabras a causa de su perversidad y su ataque a... la sociedad civilizada. A pesar de esta difícil situación, no me siento intimidado ni me retracto de mi opinión en ningún sentido... Cumpliré esta injusta sentencia hasta que el Altísimo le ponga fin”.

Jeff Jacoby es columnista de The Boston Globe. Sus artículos pueden recibirse en http://www.jeffjacoby.com

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